miércoles, 18 de enero de 2012

Nos presentaremos y coseremos un botón



La idea de este blog la ha sugerido Iván Alonso, y a una mujer como yo no se la desafía. Comienza este espacio sin ser pensado, por un impulso, como suele empezar toda pasión. Objetivo: Pasar el rato, y si con ello aprendemos a coser un botón mejor que mejor.

¿Quién dijo que coser un botón es fácil? No lo es, como no es fácil freír un huevo, aunque semejante arte quede infravalorado con el injusto dicho "no sabe ni freír un huevo", como si la tarea de dejar la yema en su justo punto para mojar la sopa, en medio de un bombardeo de aceite hirviendo, fuese cosa baladí; como tampoco es fácil cocerlo igualmente en su punto en su modalidad pasado por agua, ah no, el pasado por agua requiere una exactitud cronométrica que solo los experimentados saben precisar; como tampoco es fácil ganar un partido a penaltis, que se lo digan a aquella cabizbaja Roja cuando los partidos que se decidían así la mandaban para casa. Pero empiezo a parecerme a Javier Ancín en Vavel, y la cuestión que nos aborda es un botón.

Material:
El botón, hilo acorde en grosor y color al tamaño y color del botón y al tejido, aguja con ojal adecuado al grosor del hilo (a alguien se le acaba de encender una luz, estoy segura) y dedal  (el dedal es herramienta inexcusable en la costura, nos facilita la técnica y nos protege el dedo medio, su portador salvo extrañísimas excepciones, de posibles heridas al empujar la aguja).
Primera incógnita que se presenta (tras enhebrar la aguja): ¿Por dónde y cómo se empieza? Bien, hagamos un nudo en un extremo más largo del hilo (esto para principiantes, usad la técnica que vuestro intelecto os sugiera para que el nudo sea grueso y firme. Los experimentados pueden prescindir del nudo). A continuación se introduce la aguja por el revés de la tela, es decir, por esa parte en contacto con la piel o no visible al ojo humano. Una vez conseguida la hazaña, lo demás es coser y cantar, aunque requiere una maniobra de destreza y precisión para hacer coincidir la puntada con el agujero del botón (los, porque son varios: pueden ser dos, tres, cuatro... lo que aumenta el nivel de dificultad de la técnica porque la aguja no se introduce por todos al tiempo, sino que se va alternando hasta que la pieza quede fijada a la tela en óptimo ajuste. Dicho ajuste y fineza de la técnica dependerá de si se trata de un pantalón, abrigo o delicada camisa de seda. Con esto se deduce que hay que abogar también al sentido común y al buen criterio a la hora de seleccionar el material y el número de puntadas que dar.

Medidas de ahorro:
No suele ser habitual que dejemos las prendas en las tiendas para lo que mi madre siempre ha llamado asegurar botones, que no es otra cosa que fijar bien las defectuosas o imprecisas puntadas que los botones de las camisas traen de fábrica. Esta técnica está en desuso, por tanto lo más habitual es que suelan perderse los botones. Para solucionar este problema no dudemos en almacenar toooodos los botones que las camisas, pantalones, etc, etc traen de repuesto. Dispondremos así de un retén que nos sacará del apuro en más de una ocasión y nos ahorrará tener que ir expresamente a la mercería en busca del botón idéntico (casi imposible) o similar.

Hasta aquí la complejidad de coser un botón. Podéis dejar vuestros comentarios o dudas al respecto. Gracias.

1 comentario:

  1. Y otra medida de ahorro: una chaqueta vieja cambia mucho con un cambio de botones.

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