jueves, 19 de abril de 2012

Presérvate

Nos hemos relajado, sí, de eso se trata también; el sexo nos proporciona placer, nos desestresa, genera endorfinas, a veces su efecto tras el orgasmo es tan relajante que no hay mejor somnífero. La sexualidad ha pasado de ser un mito y un tabú a un instrumento de relación, el sexo instrumentalizado, y hemos luchado para despojarlo de lo pecaminoso, de sus ataduras morales, de los prejuicios, para conferirle la naturalidad que le corresponde per se, porque a la necesidad de comer, asearse o vestirse, se une también la necesidad fisiológica de la apetencia y satisfacción sexual. Aún así, y en pleno siglo XXI, son muchos aún los tabúes con respecto al sexo y a la manera de relacionarse sexualmente, y junto con la muerte es un tema de conversación evitable, o cuando menos del que cuesta hablar con naturalidad.

Dicho esto, diré que las relaciones sexuales no protegidas, las condiciones insalubres en las prácticas sexuales, la movilidad geográfica de afectados de otros países cuyas condiciones sanitarias son deficientes, y dado el aumento del número de los contactos en la actualidad, todo ello está contribuyendo al aumento igualmente de enfermedades de transmisión sexual que habían disminuido considerablemente en nuestro país. Desgraciadamente, tuvo que ser el SIDA el que en los años 80 nos concienciase de la necesidad del uso del preservativo. Después, y con las nuevas terapias del tratamiento de la enfermedad, hemos perdido el miedo a ese monstruo que en África deja más huérfanos que el hambre y que cada día contagia a miles de personas. El abandono del preservativo ha motivado también el alarmante aumento de los casos de sífilis, gonorreas y hepatitis B, enfermedades devastadoras si no se tratan y de costosos tratamientos en caso de ser detectadas. Pero sucede que en la mayoría de los casos no son detectadas y la promiscuidad sexual, comportamineto ya ordinario en la mayoría de la población joven, crea una cadena imparable de contagios.

Dicho también esto, sin ánimo de asustar sino de animar a prevenir y preservar (ahorrar en enfermedad es ganar en salud, y de ahorro va este blog), hoy vamos a explicar cómo se pone correctamente un preservativo, sin censuras.

Premisas importantes:
- Ningún otro método anticonceptivo previene de estas enfermedades, pueden prevenir embarazos, pero no enfermedades.
- La práctica es indiferente, siempre que haya penetración vaginal, anal u oral hay que poner el preservativo.
- Nunca pienses que a ti no te va a tocar, por muy estable que consideres que es tu relación de pareja actual, tal vez el contagio se produjo con la anterior, o puede producirse con la de dentro de cuatro años... El preservativo, siempre.

Elementos necesarios (ah, ahorrarse los cachondeitos en los comentarios):
Un pene erecto (no me preguntéis de dónde he sacado el pene) y un preservativo en perfecto estado.
Si el pene no está erecto, o no ha alcanzado la suficiente dureza, intentar encapucharlo es tontería, quien lo consiga es un auténtico perseverante. Si el preservativo está roto, no nos protege de nada.


Técnica:
Abrimos el envoltorio del preservativo por un lateral. Su diseño facilita que no haya que abrirlo ni a bocados (en fin, ese furor), ni forzándolo, mucho menos con tijeras o esas uñas de felina que se gastan muchas féminas, y evitaremos que pueda romperse o agujerearse.
Comprobamos que el preservativo está enrollado y lubrificado, ambas cosas necesarias para poderlo colocar bien. Desenrollamos ligeramente para encapuchar el prepucio (cuidado y no desenrollemos al revés, y no pienso explicar cual es el revés, es de sentido común, si desenrollamos incorrectamente colocar el preservativo se convierte en una odiesea). Nos damos cuenta de que se forma una pequeña cámara de aire que hay que vaciar antes de seguir desenrollando. ¿Por qué?, pues porque si no vaciamos ese aire, al eyacular, el semen se va hacia atrás y hay riesgo de rebosamiento, o ruptura de esa cámara llena de aire en la práctica del acto.


Una vez que hemos sacado el aire, desenrollamos completamente hasta cubrir todo el pene.

Repasemos:
Poner preservativo con pene flácido: MAL y tarea de titanes.
Abrir el envoltorio a bocados, con uñas o  tirejas: MAL, puede romperse.
No extraer el aire de la cavidad: MAL, puede rebosar hacia atrás e igualmente romperse.
Desenrollar al contrario: MAL, otra tarea de titanes.



Bien, ¿y cómo retirarlo? Ahhhh, hay jóvenzuelos y elas que no saben retirar un preservativo, siempre se rompe, dicen, ¡ja!... les concederemos el beneficio de la duda. Tras la eyaculación, el pene tiende a recuperar su estado de flacidez, pero no inmediatamente, hay tiempo suficiente para relajarse, disfrutar del momento en el que el cerebro retoma su circulación, y retirarse sin que por ello el preservativo se quede dentro (eso son mitos y malas praxis), sin que se salga el semen y sin que se rompa si se extrae correctamente.

El sexo es un placer, un divertimento, un regalo de la naturaleza, que de algo bueno (buenísimo) tendría que dotarnos, eso que nos permite conocernos, sentirnos, estar menos solos... No lo convirtamos en una pesadilla: presérvate.

2 comentarios:

  1. Pepinazo!!

    ; )


    (jajaj, me he reído con este post pedagógico)

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  2. Eso está bien, además de reírte espero haber dejado clara la explicación, toda enseñanza debe resultar entretenida.

    Era medio calabacín!!, entero me pareció excesivo.

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